jueves, 13 de noviembre de 2014

La dialéctica en el proceso de formación del hombre andino y europeo

El proceso de desarrollo andino
Luego del proceso inmigratorio hacia nuestro continente y el consecuente establecimiento en el territorio andino, el hombre ha tenido que pasar por diversas etapas, diferenciadas entre ellas por el sistema de producción de alimentos: nomadismo andino, desarrollo agrícola incipiente y agricultura más sofisticada (lítico y arcaico: inferior, medio y superior). Con esta última, iniciaría su desarrollo de manera más compleja al sumar en sus actividades múltiples herramientas que le ayudarán en su difícil trayectoria de adaptación, donde la religiosidad asumirá un papel muy significativo. [1]
Fueron condicionantes de este proceso de formación, el territorio (diverso y con pocos suelos cultivables), las catástrofes climáticas o fenómenos naturales, el crecimiento demográfico, lo cual impulsarán en el poblador andino el ingenio suficiente, haciendo que su espíritu inventivo se agudice para superar esas limitaciones, todo con el imperioso objetivo de cubrir sus necesidades.
Entonces, tuvieron que elaborar técnicas diversas como el desarrollo de andenerías (para aprovechar los espacios cultivables y evitar la erosión de los cerros), obras de ingeniería hidráulica, sistemas de canalización, acueductos, muros de contención, utilización de abonos, entre otros, para poder asegurar el sustento de la población de aquella época. Pero, esta prosperidad conduciría a un incremento poblacional que no estaría prevista en lo planificado, por lo que devendría en la fragilidad de la sobrevivencia, teniendo que recurrir nuevamente a un mejoramiento de todas aquellas técnicas anteriores con el fin de aumentar la productividad de los suelos, dando lugar a mayores exigencias productivas y culturales, cada vez más eficientes. [2]
Es en esta etapa donde la religiosidad tomará mayor presencia y realce en las determinaciones de sus actividades y cubrirá un vacío muy importante en un aspecto de su pensamiento, puesto que va a definir la vida cultural y religiosa del Perú antiguo. En este sentido, las creencias religiosas prehispánicas serán el propósito de sus ritos, necesarios para obtener la protección de las divinidades de la naturaleza vinculada a una adecuada producción de alimentos. Estas divinidades relacionadas al sustento serán los dioses tutelares de la antigüedad peruana que perdurarán por muchos milenios, por lo que el arqueólogo peruano Federico Kauffmann Doig lo ha llamado “ángel atigrado” o piscoruna-pumapasimin (hombre ave con boca atigrada) debiendo corresponder al Dios del Agua andino, el cual es representado con algunas variaciones desde Chavín hasta el incanato.[3] Así como Él, se gestarían otras divinidades como el sol, la luna, el rayo, la tierra, el fuego, etc., siempre vinculados al sustento.
Es evidente que todo el esfuerzo realizado por aquellos primeros pobladores en su proceso de formación cultural, hace notar que los múltiples condicionamientos o limitaciones que tuvo a lo largo del proceso histórico peruano, debió acrecentar su ingenio e impulsar su desarrollo. Estas limitaciones debieron convertirse en retos cada vez más superables, teniendo la urgente necesidad de abarcar mayores espacios territoriales posibles, lo cual generó una circunstancia de interrelación política, social, económica y religiosa en pro de que aquellas poblaciones lograsen sus objetivos comunes a lo largo de toda su dinámica de subsistencia. [4]
Entonces, la labor del sacerdote andino tendría considerable trascendencia, siendo el nexo entre las divinidades (principalmente de la astronomía) y los hombres, para proveer de recursos y técnicas a la actividad agrícola, la cual debido a su importancia en la sostenibilidad poblacional sería la base económica. Es por ello que, de la sabiduría del sacerdote dependería toda prosperidad, tomando en cuenta de que los factores climáticos inciden directamente en la baja productividad, por lo que la calendarización estaría totalmente ligada con los tiempos de siembra o cosecha. Debido a ese aspecto, es que en aquella época se considera que nadie pudo haberse dado el lujo de ser un no creyente, porque la religiosidad era determinante en todos los aspectos de su vida, puesto que la naturaleza le brindaba todo, y en respuesta había que brindarle una ofrenda por los beneficios obtenidos.
La religiosidad comienza a tener mayor impulso en la vida del poblador andino y lo guiará a lo largo de su trayectoria [5], recurriendo éste a divinidades que provoquen miedo pero que a la vez los cuide y provea de recursos; por eso, el hombre empezarán a edificar grandes construcciones, con ese motor que implicaba más el objetivo que todo el esfuerzo imaginado.
En todo este transcurso, se dio también un proceso de fortalecimiento de las relaciones de género (dualidad andina), donde se llega a establecer una dialéctica de oposición complementaria entre el varón y la mujer, dos contrarios que conviven en una unidad familiar que se desarrolla dentro de la amplitud de vínculos en el ayllu. El sentido de afianzamiento sedentario generado por el conocimiento agrícola, habría tenido un soporte de ambos componentes, porque tanto varón como mujer compensan en sus funciones, por lo que no habría correspondido exclusivamente a uno de ellos
La etnoarqueología determinará la manera de cómo aquellos elementos encontrados a lo largo del proceso de formación cultural andina, construirán un enfoque explicativo acerca de las diferentes actividades: uso de los instrumentos, ritmo de vida, ritualidad y cotidianidad de los pobladores en el Perú antiguo, tipo de alimentación, ideología, etc.

El proceso de desarrollo europeo
Luego de que el hombre ha evolucionado progresivamente y haber transcurrido desde la etapa del Paleolítico hasta la conformación de grandes civilizaciones (utilizando en su proceso el uso de herramientas de piedra, instrumentos a base de metales, cerámica, elaborando construcciones, etc.), definirá su forma de vida el desempeño de acuerdo a cada circunstancia y espacio geográfico. Es así como surge la agricultura, la cual se habría podido desarrollar gracias a la intuición de la mujer, pero también a su disponibilidad de tiempo porque ella no podría ir a cazar como el varón, quien ya establecería su sentido de liderato dentro del grupo. Entonces gracias a la agricultura, empezarían a desarrollarse las pequeñas aldeas, las construcciones, las consiguientes civilizaciones y el progreso llegaría por continuidad.
Por otro lado, la fundición de metales surgirá para que las poblaciones puedan utilizarlas en elaborar herramientas para la agricultura, luego para defenderse de otros grupos humanos que los puedan asechar, pero también les servirá para atacar, momentos en los cuales ya se define la propiedad privada con un sentido individualista. El motor que implica el desarrollo agrícola y la sedentarización tendrán como gran aliado a los metales, los que servirán para poder expandirse, producto del gran poderío de las armas. Las guerras motivarán en cada grupo humano, el poder dominar territorios aptos para solventar la crisis poblacional y su sustento, pero también para poder obtener mano de obra esclava en sus colosales construcciones.[6]
Es así que, la guerra será el motor por la que Europa se desarrolle, puesto que cada población debía de preocuparse por defenderse y no ser esclavizada y luego conseguir mejores territorios, mayor hegemonía, ampliar sus fronteras y consolidarse en un espacio donde sólo el más fuerte sobrevivía.
Aun así, la agricultura sería un logro del sedentarismo, (trigo y cebada como primeros productos), iniciándose más que una actividad de explotación, como una muestra de pertenencia al territorio. Precisamente, un hallazgo en 1994 en Turquía por el arqueólogo alemán Klaus Schmidt serviría para establecer una propuesta de cambio en la cronología tradicional, donde están establecidas las etapas del Paleolítico, Mesolítico y Neolítico, cada una con sus respectivas características, de las cuales la revolución agrícola y ganadera corresponderán exclusivamente al Neolítico. Es a partir de este gran cambio que los grupos humanos comienzan a desarrollar grandes civilizaciones y luego imperios.
En cada paso de evolución surgirán nuevas necesidades y también el aumento poblacional será una constante presión, por lo que, con la agricultura se establecerá la propiedad privada, el individualismo, la protección del grupo por medio de armas para cuidar su propiedad, y luego también con el afán de expandirse surgirá la necesidad de atacar a otros grupos. Ya los recursos comienzan a escasear y los conflictos son cada vez mayores.
En un territorio donde hay variedad de suelos, pero también muchos otros grupos humanos, se hace cada vez más difícil sobrevivir por la misma condición de inseguridad que rige sus vidas. El grupo humano que podía desarrollar mejores herramientas y armas, podía permitirle un mejor sustento y seguridad a su población. Pero todos pensarían igual, todos tendrían esa imperiosa necesidad al estar en una nueva etapa que contempla esos nuevos condicionamientos. Es por ello que la guerra será un determinante muy importante en el proceso de desarrollo europeo, porque encaminaría el progresivo desarrollo en las armas, la constante inventiva militar para no ser una población que cayera subordinada o esclavizada por otra, teniendo que dirigir sus esfuerzos en la utilización de los metales (en sus diferentes etapas), mejorar sus resultados y potenciar sus estrategias.
La guerra será el motor evolutivo en Europa y posteriormente lo será la lucha de clases cuando se establezca la dinámica comercial y el trueque sea reemplazado por la moneda. Ahí surgirán las diferencias sociales en función a sus posesiones, política, religiosidad, ideología, etc., ahí se generarán también antagonismos socioculturales: las clases dominantes y los dominados, los gobernantes y gobernados, los ricos y pobres, la élite y el pueblo, y en general, la explotación del hombre por el hombre debido al manejo de los medios e instrumentos de producción.
Es por todo ello que a Europa le presiona el sistema medieval y lo limitan sus esquemas, estando a merced del comercio y en base a rutas comerciales establecidas con Oriente y Asia[7], y cuando va a ser tomada Constantinopla por los turcos otomanos, las poblaciones europeas de Occidente tendrán que buscar una nueva ruta de acceso. Con ello, la invasión hacia otros sectores se hace inminente y toda la carga institucional posibilitará el dominio extremo en África (Portugal) y América, donde España asumirá una postura totalmente nueva en una circunstancia que nunca antes había atravesado como lo era la colonización a través de la evangelización estratégica.
Entonces, el desarrollo por el que había atravesado Europa hasta el logro expansivo ya no sería en base a la revolución agrícola, sino habría sido el impulso religioso, todavía hace unos 11 mil años atrás, porque se pensaba que las tribus de cazadores-recolectores (antes de la aparición de la agricultura: 7 000 a.C.) no construían más que chozas, gente prehistórica que todavía no se habían desarrollado herramientas de metal o incluso alfarería. El lugar que precisa ese inicio de la civilización se llama Göbekli Tepe (megalitos anteriores a Stonehenge por unos 6.000 años), y Schmidt, el arqueólogo que ha estado trabajando ahí hace más de una década, está convencido de que este es el sitio del templo más antiguo del mundo. De acuerdo a las características del lugar, cada anillo encontrado tiene un diseño más o menos similar: en el centro son dos pilares en forma de T grande de piedra rodeada de piedras ligeramente más pequeñas hacia adentro, según Schmidt. Las torres tienen 16 pies y pesan entre siete y diez toneladas. Entre estas torres se ve que algunas son en blanco, mientras que otras están tallados minuciosamente: zorros, leones, escorpiones y buitres abundan, retorciéndose y arrastrándose sobre los lados anchos de los pilares de caliza.[8] A la fecha, Göbekli Tepe, es la evidencia del primer santuario construido, por lo que a raíz de los grabados se cree que esta zona era como un paraíso.[9] De acuerdo a su función, podría ser un templo, un santuario o un centro de peregrinación de los cazadores seminómades.[10] Lo que sí cambia es la idea que se tiene sobre los grupos de cazadores-recolectores de aquella época, considerados como clanes aislados. Habría sido necesaria una organización a gran escala para construir este conjunto megalítico, lo cual potenciaría la idea, en base a las evidencias, de que la religión organizada pudo haber llegado antes de la aparición de la agricultura y por consiguiente de otros aspectos civilizatorios.

Conclusiones
Está establecido que América proviene de un proceso migratorio, pero la capacidad de adaptación al territorio fue un logro propio, donde la religiosidad sería un respaldo a través de las divinidades de la naturaleza (entidades visibles), diferentes al esquema religioso europeo.
Así también de diferente lo serán las dinámicas económicas, porque en América se hacía uso del intercambio (desde Caral), donde no existía el sentido de lucro como cuando se estableció la circulación monetaria en Europa y la posterior dependencia en el comercio; con ello, el sentido de progreso estaría definido mediante el dominio político que desencadenan las guerras que contemplaba la expansión militar mediante la hegemonía sobre poblaciones vencidas y esclavizadas, precisando en victoria al conseguir la muerte del jefe vencido.
En la etapa Inca (incluso antes en el Cusco, con los Qotacalli) la expansión se dio a base de las conquistas étnicas, motivo por el cual se mantuvo vigente muchos elementos culturales y hasta los propios jefes vencidos fueron asimilados a escala social de la nobleza regional.
Cada proceso de desarrollo se establece de acuerdo al contexto social, forma de vida, requerimientos, limitaciones, objetivos de la población y direccionalidad de su clase dirigente en pro de satisfacer sus múltiples necesidades. Así también lo será la religiosidad como factor importante desde el establecimiento del hombre y su grado de conciencia.
Es por ello que, el hallazgo de Göbekli Tepe, supone que la agricultura no fue necesariamente el motor que impulsó a que las actividades del hombre se centraran en su autoabastecimiento, generando más tiempo en los habitantes que ya no irían en busca de alimentos como cazadores o recolectores, entonces podrían realizar construcciones imponentes. Lo religioso o la conciencia de lo sagrado sería el gestor de la civilización, de la escritura y del arte. Entonces, la religiosidad iría luego de la mano con la agricultura para poder tener así un respaldo en las divinidades y cuidasen de la vida de la humanidad.

BIBLIOGRAFÍA
- CAUVIN, Jacques. Turkey: Archeological Dig Reshaping. Human History. Newsweek. US Edition. United Stated, 2010.
- CURRY, Andrew. “Gobekli Tepe: The World’s First Temple?” In: Smithsonian Magazine. United Stated, 2008.
- JASTROW, J. Historia Universal. (Traducido por V. Latorre). Editorial Labor. Barcelona, 1937.
- KAUFFMANN DOIG, Federico. Historia y Arte del Perú Antiguo. Tomo I. Edit. PEISA, Lima, 2002.
- KLARÉN. Peter F. Nación y sociedad en la historia del Perú. Edit. IEP. Lima, 2000.
- PIRENNE, Jacques. Historia Universal. Desde el Renacimiento hasta la formación de los grandes estados continentales en Europa (siglos XVI y XVII). Instituto Gallach de Librería y Ediciones. Madrid, 1979.
- SÁNCHEZ GÓMEZ, Julio, MIRA DELLI-ZOTTI, Guillermo y DOBADO, Rafael. La savia del imperio. Tres estudios de economía colonial. Ediciones Universidad de Salamanca. Imprenta Kadmos, Soc. Coop. Salamanca, 1997.




[1]     Debido a la nueva dinámica agrícola es que el poblador andino, recurrirá a la invención de la cerámica (almacenamiento productos, traslado del agua, objetos de culto), los textiles, la orfebrería, las pequeñas aldeas, los centros ceremoniales, la propiedad, el comercio, desarrollando con ello altas culturas.
[2]     El poblador andino, tomará en cuenta posteriormente que las áreas de cultivo no deben ser utilizadas para viviendas, evitando así el desperdicio de suelos y el mejor aprovechamiento de sus recursos.
[3]     Kuaffmann Doig, Federico. Historia y Arte del Perú Antiguo. Tomo I. Edit. PEISA, Lima, 2002. Pág. 36-37.
[4]     Factores simultáneos de diacronismo y sincronismo les permitirían convivir dentro del territorio andino. El primero porque cada grupo poblacional tendría sus propias características culturales, que en algún momento desencadenarían conflictos; y el segundo, porque podrían interrelacionarse dentro del mismo escenario con fines u objetivos en particular (área cultural y área territorial respectivamente), generando posteriormente la variada herencia cultural que poseemos.
[5]     Es entonces que el sacerdote andino tiene una enorme responsabilidad en el porvenir de las poblaciones, porque de su función dependerá el sustento para todos, por eso es un personaje sabio, es astrónomo y es también militar, dependiendo de las características culturares de cada población.
[6]     La religiosidad también jugará un papel muy importante porque define su vida creyente, sus calendarios en base a los astros, pero a la vez el aval en cuantas batallas debían afrontar.
[7]     Las especias, prioritariamente harán depender a Europa de recursos necesarios no sólo como condimentos, sino como medicamentos y para la conservación de los alimentos. Muchos otros inventos sumamente útiles (especialmente para la navegación) y el comercio de la seda, se convertirán en los principales ejes de interrelación entre Europa por un lado y Medio Oriente y Asia por el otro.
[8]     CURRY, Andrew. “Göbekli Tepe: The World’s First Temple?” In: Smithsonian Magazine. United Stated, november 2008.
[9]     De hecho, Göbekli Tepe se asienta en el borde norte del Creciente Fértil, un arco de clima suave y tierras de cultivo desde el Golfo Pérsico al actual Líbano, Israel, Jordania y Egipto, el cual habría atraído a los cazadores-recolectores de África y el Levante. Schmidt no ha encontrado pruebas de que las personas residían de forma permanente en la cima del mismo Göbekli Tepe, que cree que se trataba de un lugar de culto en la primera de una escala evolutiva sin precedentes, por lo que se vislumbra como la primera catedral de la humanidad.
[10]    El arqueólogo francés Jacques Cauvin piensa que en el ser humano, en algún remoto momento, sufrió un cambio en la conciencia que llevó a la  ”revolución de símbolos”, un cambio conceptual que permite a  los seres humanos imaginar dioses, seres sobrenaturales parecidos a ellos que existen en un universo más allá del mundo físico. Schmidt ve Göbekli Tepe como evidencia de la teoría de Cauvin, porque comenta que “los animales eran los guardianes del mundo de los espíritus”.

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