sábado, 21 de octubre de 2023

LAS HUMANIDADES Y LA HISTORIA

- Una visión aproximada del contexto social histórico-


Prof. Juan Fernando Vargas Béjar [1] 

Resumen
La importancia que tiene el estudio y la aplicación del contenido de las Humanidades, en la formación de la conciencia social, está ligado al soporte historiográfico y académico que generala Historia como ciencia en su gran bagaje de información trascendida durante todo el proceso de formación de las sociedades (incluso antes de la escritura, donde la transmisión era básicamente oral). Es en base a esta percepción de nuestra realidad que debemos tomar en cuenta el impacto que debería tener la aplicabilidad de las Humanidades dentro del contexto social histórico.

Abstract
The importance of studying and applying the content of Humanities in shaping social consciousness is linked to the historiographical and academic support generated by History as a science, with its vast array of information transcended throughout the entire process of societal formation (even before the advent of writing, where transmission was primarily oral). It is based on this perception of our reality that we should consider the impact that the applicability of Humanities should have within the historical social context.

Palabras claves
Ciencias Sociales, Historia, Humanidades, Cultura.

Introducción
La Historia como ciencia (no como simple relato), permite el conocimiento y análisis del pasado de una manera cronológica y sistematizada, para poder entender nuestro desarrollo cultural y usarlo como referente en nuestro presente; de esta manera, se puede vincular ese conocimiento para el consiguiente desarrollo futuro, ya sea social, económico, político, ideológico, etc. Y es precisamente en este sentido, que la Historia abarca todos aquellos acontecimientos que definieron y marcaron nuestras vidas, y en ese largo camino, poder rescatar lo más trascendente (noble y digno) que se encuentra entre las aspiraciones desarrolladas por la humanidad. Entonces, es una fuente importante que desprende información para un adecuado uso presente y de proyección.

Discusión
Empezaré con la siguiente frase que utiliza Jareño Alarcón: “los estudios humanísticos deben permanecer como una parte esencial de nuestra formación cultural y de nuestras vidas, entre otras razones, porque responden a la necesidad de encontrar sentido a la vida y al ansia de identidad individual que siente el hombre hoy no menos que en el pasado". [2] 

La importancia que contempla las Humanidades a nivel social incluye, en su contenido, el proceso emocional de la sociedad, involucrando en su beneficio la labor de generar propuestas y alternativas de solución a la variedad de problemas que existen en la actualidad. Es por ello que los estudios humanísticos llegan a convertirse en el eje principal ante la vorágine modernidad. [3] La angustia está democratizada, pero ¿qué es lo que ha cambiado para que exista tanta repercusión e importancia?, ¿cuál es el desempeño del gobierno y las instancias respectivas para hacer frente a este clima de peligrosidad y riego?, ¿cuáles son las alternativas de solución que se están articulando?, ¿de dónde debe venir la solución, y por qué se pretende hacer necesario poder contemplarlo desde el tema de las Humanidades y la Historia? La Historia, con todo su proceder metodológico, tiene a su cargo presentarnos una línea de tiempo con todos los sucesos de la humanidad, hechos que están entremezclados y que devienen en trascendentes de acuerdo a la óptica de los investigadores sociales, debido ello a la dialéctica con que se desplaza esta ciencia. [4] 

Es precisamente al desempeño que la Historia tiene, que cumple también el rol de propulsar un criterio social adecuado, respeto y tolerancia, patrones de vida, modelos sociales, identidad y demás, en base a su conocimiento del pasado, presentándose muchas veces como un alternativa viable dentro del proceso de desarrollo de las sociedades, encaminándose como un gran referente (como por ejemplo, el análisis sobre el proceso de colonización en América, la corrupción en el Perú, los partidos políticos, etc.).
Lo cierto es que el Humanismo planteó, ya desde sus orígenes en Grecia, el desarrollo de las facultades humanas, y eso pasó de Europa a convertirse en un punto de partida para comprender -mediante las ideas filosóficas- una forma de vivir plena. 

Con la llegada de los españoles comprendimos que las sociedades van evolucionando de acuerdo a sus exigencias y conforme a sus particulares formas de vida que han ido canalizando a lo largo de su historia. Dos mundos con contextos diferentes, condiciones de vida dependientes de sistemas distintos, formas de pensar y connotaciones antropológicas y sociológicas que responden a realidades antagónicas; por un lado, nuestra historia andina nos recuerda un pasado de cooperativismo, solidaridad y bienestar social (aunque paternalista y hasta conformista) y por el otro está el modo de vida europeo, con sociedades en constante conflicto y desigualdad socioeconómica (impulso de progreso). Al combinarse estos sistemas de vida, generaron un producto simbiótico de resultado cultural nuevo. “De hecho, los estudios humanísticos parecen estar ligados a la educación de minorías que privilegian una formación fuertemente individualizada” [5]. Y es que la política educativa limita el real conocimiento que deben tener los estudiantes universitarios cuando eligen profesiones donde el sentido de riqueza es mayor al sentido de identidad, al sentido de servicio, al desarrollo de la convivencia, al desinterés individualista, en fin… la riqueza es superior al hombre.

El problema de fondo viene de atrás: “la promoción de la educación social y humanística en la Enseñanza secundaria […] la Historia no era una materia de los bachilleratos universitarios del siglo XVIII, surgió como tal casi al hilo de la creación de los estados nacionales de carácter liberal, apareciendo cuando era más necesario hacer un esfuerzo ideológico de convertir a los antiguos súbditos en voluntarios ciudadanos del nuevo Estado, basado en la soberanía del pueblo”. [6] 

A esto también se debe incidir en la importancia y rol que cumple el hogar como eje o engranaje de la sociedad, sumar las nuevas tecnologías (el facilismo), la sobreprotección, en tener que pensar que los jóvenes de hoy necesitan mayor atención, mayores espacios, pero menor cariño y con ello mayores riesgos.

Briceño-León tiene razón en comentar que “la familia es quizá la institución más importante que se transforma con la ciudad” [7], y es que los tiempos han cambiado definitivamente, la socialización que se brinda actualmente en el entorno familiar es menos eficiente y menos activa, puesto que al subir nuestras necesidades, se incrementan también las horas laborales, pero se acorta el tiempo de permanencia en el hogar; entonces la vorágine dinámica de la sociedad, estará limitando y condicionando inclusive, patrones de conducta dentro de la familia: “El control de los jóvenes por parte de los padres, que siempre resulta muy difícil con los adolescentes, se ve impedido por estas circunstancias, y los factores de socialización son los medios de comunicación de masas y los grupos de pares, con los cuales pueden permanecer más tiempo fuera del hogar”. [8] 

No es de extrañar entonces que la delincuencia sea más un factor producido que experimentado, debido a la falta de importancia y débil encaminamiento de los adolescentes y jóvenes desde el seno del hogar. De similar forma influye el colegio, porque es una institución continua al hogar, pero en muchos casos cubre los vacíos dejados por responsabilidad de los padres; inclusive ellos piensan que el colegio debe encargarse de la formación completa (cursos vacacionales para que no estén en casa y “pierdan el tiempo”). Empero, existe un gran vacío que no se está considerando mucho como eminente riego, y es entre el colegio y la casa (círculo social de amigos, redes sociales -que incluyen desconocidos-, las cabinas de internet, los videojuegos, etc.). Este “paquete” de nuevas tecnologías y sus efectos, aporta mucho en que especialmente niños y adolescentes estén cada vez más expuestos, aunado esto a la extrema sobreprotección en el hogar, termina por fabricarse un potencial ciudadano de riesgo social, pero a la vez vulnerable: sabe de sus derechos, pero no de sus deberes y obligaciones. “Hay una tensión entre la escuela y la familia que no logra resolverse fácilmente, pues la escuela puede y debe ser fuente de cambio social e innovación en las familias” [9]. Este joven quedará aislado de las instituciones y por una u otra razón la escuela se ha quedado entonces en su nivel instruccional y no cumple su labor de controlador social importante. Es aquí donde las Humanidades y la Historia cumplen un papel preponderante, porque sirven de soporte de entendimiento en el tiempo y espacio. Nuestras formas de vida son resultados culturales, continuidades muchas veces de sistemas establecidos, con modificaciones en criterios de acuerdo al contexto socio-económico, pero importante referente en la proyección hacia el futuro. Todo lo “bueno” y “malo” debe servir de ejemplo, al menos como un indicio.

Las Humanidades y la Historia tienen injerencia directa en nuestras vidas porque “nos hablan de nuestros intereses, de la comunidad a la que pertenecemos, del sentido de identidad y de los propósitos que tenemos o que no podemos alcanzar. Buscan decirnos lo que somos y cómo somos, en el contexto de la sociedad y de la cultura. Nos aportan un conocimiento acerca de cómo podemos y debemos vivir, y en ocasiones incluso nos dicen, de manera franca y directa, como deberíamos llevar nuestras vidas” [10]. Entonces, al ser antropocéntricas, invita a pensar a la vez en términos de sociedad y de naturaleza, por lo que “La complejidad de lo humano se hace manifiesta cuando atendemos al hecho de que lo humano es tan sólo una instancia, un momento o un nodo –tres maneras diferentes para expresar una misma idea–, de un conjunto esencialmente abierto e indeterminado. La manera más sencilla de designar a este conjunto es: medioambiente”. [11] 

Vivimos en sociedad y al desenvolvernos, sobrevivir y subsistir, también vamos dándonos cuenta de que formamos parte de un mismo sistema, pero el ¿cómo queremos vivir?, nos diferencia enormemente. Por ejemplo, constantemente solemos tener noticias sobre las guerras en relación con las doctrinas religiosas y el pensamiento e ideología que cada grupo social defiende, específicamente haciendo referencia a grupos extremistas.[12] Cada sociedad tiene las herramientas históricas necesarias para definir su futuro (improductivo resultaría también solo conocer ese pasado sin precisar en propuestas coherentes o en alternativas de solución).

Este conocimiento social (individual, colectivo e interrelacionados), “es un conocimiento particular con respecto al conocimiento general de la realidad en la medida en que lo social constituye a su vez un sector concreto y diferenciado de la realidad total”. [13] El saber que las cosas funcionan de una manera (sistema, gobierno, estamentos, leyes) y hacerlas de otra forma, implica que no estamos entendiendo nuestra responsabilidad cívica dentro de un constructo social activo. Tenemos un esquema social que incluso premia la “viveza” y de eso saca ventaja el que se cree más astuto y saca mayor provecho sin importarle el resto, es decir “la cultura del más vivo”. [14] 

Conclusiones
  • El hogar es el principal motor y fortalecimiento en la estructura social que pretendamos tener y acceder. Su logro llega a ser un resultado colectivo.
  • Importantes resultan las políticas educativas porque tienen un rol preponderante en cuanto a su difusión real, en base a su contenido y a su eficiente realización y práctica.
  • Las Humanidades facilitan la creación de una conciencia social, así como a la valoración de los hechos en el marco de la cronología histórica, permitiendo a la vez poder configurar la identidad en cada uno de los habitantes de una determinada sociedad, profundizando el conocimiento y análisis de su realidad.
  • El estudio de la Historia, se convierte entonces en el soporte académico e instructivo al cual recurrir sobre el trajín de las sociedades, de su ritmo y peculiaridades modernas para poder encaminar mejor su condición de persona y permitirle una verdadera calidad de vida.

Bibliografía
BRICEÑO-LEÓN, R. (1998). “Violencia y desesperanza. La otra crisis social de América Latina”. En: Revista Nueva Sociedad, Nro. 164. Caracas. pp. 11.
JAREÑO ALARCÓN, J. (s/f). Las Humanidades ante un siglo incierto. http://www.hottopos.com/mirand12/joaqjar.htm 
MALDONADO, C. (2009). Complejidad de los sistemas sociales: un reto para las ciencias sociales. Universidad del Rosario. Bogotá.
PRATS, Joaquín. "La enseñanza de la Historia y el debate de las Humanidades". En: Tarbiya.
PRATS Joaquim. (2002). Las Ciencias Sociales en el contexto del conocimiento científico. Universidad de Barcelona. Departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales. Barcelona pp. 21.
Revista de investigación e innovación educativa. (1999). Monográfico: La Educación científica y humanística. Madrid. En http://www.ub.edu/histodidactica/index.php?option=com_content&view=article&id=80:la-ensenanza-de-la-historia-y-el-debate-de-las-humanidades&catid=24:articulos-cientificos&Itemid=118 
SOBREVILLA, D. (2003). “Los estudios humanísticos Origen, cuestionamientos, importancia actual y replanteamiento”. En: Horizontes de la reflexión humanística en el mundo contemporáneo», como parte del ciclo de conferencias en homenaje a los 450 años de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de San Marcos. Lima, pp. 34.

Referencias:
[1] Docente de Ciencias Sociales
[2] BULLOCK, Alan. La tradición humanista en Occidente. Cit. JAREÑO ALARCÓN, Joaquín. Las Humanidades ante un siglo incierto. http://www.hottopos.com/mirand12/joaqjar.htm (Consultado el 3 de marzo de 2016). Pássim.
[3] No es extraño en nuestros tiempos tener que vivir y “soportar” tiempos violentos. Según la apreciación de Roberto Briceño-León: “La violencia que hoy muestra América Latina es cuantitativamente distinta a la que podía encontrarse en décadas anteriores, y, de alguna manera, muestra una situación social diferente, de cambios ocurridos en la sociedad que nos señalan otro rostro de la crisis que vive la región. A la caída de los indicadores socioeconómicos se suma una crisis irresuelta de expectativas en los sectores urbanos pobres, que protagonizan, en especial los varones jóvenes, un círculo vicioso de víctimas y victimarios”. BRICEÑO-LEÓN, Roberto. Violencia y desesperanza. La otra crisis social de América Latina. Revista Nueva Sociedad, Nro. 164. p. 122.
[4] Ningún hecho histórico se da por concluido, sino que depende de las constantes investigaciones que se van desarrollando, por lo que a la luz de éstas se van generando nuevas interpretaciones, nuevas propuestas o rectificaciones. Recordemos que nuestra historia (historiografía tradicional) estuvo escrita por cierto sector de intelectuales, inclusive solo se mencionaban aquellos sucesos realizados por los notables (únicos que pasaron a la Historia, como es el caso de los vencedores, reyes, nobles, emperadores, gobernantes, presidentes, entre varios más), sesgando la participación del otro sector importante a la vez, que fue la clase popular (vencidos, vasallos, campesinos, castas menores, esclavos).
[5] SOBREVILLA, David. “Los estudios humanísticos Origen, cuestionamientos, importancia actual y replanteamiento”. En: «Horizontes de la reflexión humanística en el mundo contemporáneo», como parte del ciclo de conferencias en homenaje a los 450 años de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de San Marcos. Lima, 2003. p. 23.[6] PRATS, Joaquín. "La enseñanza de la Historia y el debate de las Humanidades". En: Tarbiya. Revista de investigación e innovación educativa. Monográfico: La Educación científica y humanística. Madrid, 1999. http://www.ub.edu/histodidactica/index.php?option=com_content&view=article&id=80:la-ensenanza-de-la-historia-y-el-debate-de-las-humanidades&catid=24:articulos-cientificos&Itemid=118. (Consultado el 21 de mayo de 2016). Pássim.
[7] Op. Cit. BRICEÑO-LEÓN, Roberto. p. 126.
[8] Ídem.
[9] Ídem.

jueves, 22 de marzo de 2018

Los Bethlemitas en el Cusco


























Los Bethlemitas en el Cusco (*)

Origen y fundación

La congregación de los bethlemitas se funda en Guatemala con el nombre de “Congregación Bethlemita” (advocación a la Virgen de Belén), por el hermano Pedro Joseph Betancourt en 1653.
Llegan al Perú y se establecen en Lima con el nombre de “Nuestra Señora del Carmen”, al mando de Rodrigo de la Cruz en 1671, con el objetivo de brindar ayuda médica a sacerdotes ancianos enfermos, creando un Convento-hospital “Religiosos del Carmen”.
Pasa de Congregación al grado de Orden Religiosa mediante un Breve Mutuo concedido por el Papa Inocencio XI en 1687 (primera Orden Religiosa creada en el Nuevo Mundo).
En octubre de 1687 se produce un terremoto en Lima (consolidación de la devoción al Señor de los Milagros) que destruyó gran parte del Convento, teniendo que recurrir a enviar numerosas delegaciones al interior del país, llegando a Cusco en 1690.
Fue el obispo Manuel de Mollinedo y Angulo y su sobrino Andrés de Mollinedo (cura del hospital de naturales en San Pedro) quienes estuvieron a cargo del establecimiento de los bethlemitas en nuestra ciudad y para que hagan uso del templo de la Almudena como Convento-hospital (1698).
Es así que los bethlemitas se convierten en el primer asilo de servicio hospitalario a sacerdotes ancianos y naturales pobres en Cusco, a cargo del padre Fray Miguel de la Concepción.

Administración económica

Su administración económica en Cusco fue la más eficiente en comparación a Lima, Trujillo y Cajamarca, debido a la gestión hacendaria a manos de los naturales (agropecuario), pero además su economía se basaba en el cobro de limosnas y misas (incluyendo la contribución de los “Esclavos de Nuestra Señora de la Almudena”) y también por el cobro rentas. En esa época adquirieron tierras aledañas en base a donaciones, compra y trueque (por ejemplo existe el dato del cambio de una gargantilla de perlas de 400 pesos por 8 topos de tierras).
Dentro de sus bienes está un ingenio azucarero en Abancay, terrenos en las alturas de San Blas (Tambillo), Huancaro, Hacienda Sillque en Ollantaytambo, hacienda Lucumbilla en Paucartambo, hacienda Picho en Anta, hacienda en Zarzuela, hacienda Umuto en Amaybamba (Huayopata), Cotohincho en Urubamba y la obtención de varios terrenos aledaños al convento.

Obras de caridad al servicio de la comunidad cusqueña

Ya bien establecidos, desarrollaron obras de caridad al servicio de la comunidad cusqueña, como fue el caso del establecimiento de talleres, impartiendo esencialmente la doctrina cristiana y medicina básica, así como también la creación de una biblioteca, un noviciado, una escuela para infantes pobres (que al principio fue sin distinción de clase social), con un fin netamente evangelizador, porque se instruía en la comprensión de la doctrina cristiana. Fueron los primeros en enseñar a leer y escribir en castellano en forma gratuita a los pobladores pobres. Brindaron además alimentación y hospedaje e implementaron un hospital y una botica.
Los padres bethlemitas respetaban las costumbres locales, como el pago a la tierra y las vivencias de los naturales.
En cuanto al servicio de hospital y botica, fue debido al terremoto que hubo en nuestra ciudad en 1650 y a los malos servicios que prestaba el hospital de naturales en San Pedro que el obispo Manuel de Mollinedo manda a construir el hospital bethlemita, que en muchas ocasiones brindaba un servicio gratuito. Paralelamente se instalará una botica que fue la primera en expender medicamentos al público, como por ejemplo: jarabes de miel de lagarto, aceite de azufre, aceite de azucena, sal de amoniaco, raíz de valeriana, ungüento romano, bálsamo, etc.
Por otro lado, los bethlemitas fueron los organizadores de la recepción del Sello Real en la instalación de la Audiencia del Cusco el 4 de noviembre de 1788, que posteriormente sería reemplazada por el establecimiento de la Corte Superior de Justicia del Cusco (1 de febrero de 1825), por Simón Bolívar.

Labor de los bethlemitas en la revolución de Túpac Amaru (1780)

Con relación al tema de la revolución de Túpac Amaru, es en base al dato histórico que en ese entonces el clero cusqueño estuvo a favor de la causa realista (españoles), apoyando de manera económica y moral para sofocar tal protesta, salvo algunos religiosos que estuvieron a favor nuestro, como fue el caso del obispo don Manuel Moscoso y Peralta y fray Ramón Salazar.
Una de las instituciones a favor de los españoles fueron los bethlemitas, proporcionando servicios médicos y económicos, incluso impartiendo sermones antirrevolucionarios en contra de Túpac Amaru, viajando a diversas regiones para distorsionar las ideas que planteaba Túpac Amaru, a quien llamaban traidor, proporcionando informaciones al ejército español haciendo uso de las confesiones. Impartían también sermones para impedir que la población formase parte de las tropas patriotas.
El convento hospital bethlemita sirvió como cuartel de los realistas cuando llegó de la ciudad de Lima el ejército de auxilio, al mando del corregidor Antonio de Areche.
El prefecto de los bethlemitas, fray Manuel de la Encarnación, fue el principal propulsor y proveedor de alimentos y dinero al ejército español. Brindaron también servicios médicos a los soldados realistas, enfermos y heridos, mas no así a los soldados tupacamaristas que fueron conducidos  a la cárcel de ese entonces a que muriesen (batalla de Picchu).
Hubo el caso del cirujano bethlemita fray Mariano de Santa Bárbara, quien acompañó a la expedición realista en todo el trayecto hasta Puno.

Disolución de la Orden Bethlemita

En 1814, el clero cusqueño participó activamente a favor de la independencia peruana, pero no fue el caso de los bethlemitas quienes nuevamente colaboraron con los españoles, porque vieron afectados sus intereses económicos que habían obtenido (producción, haciendas, bienes). Fue entonces que enterados del hecho, los hermanos Angulo saquearon el convento - hospital de Nuestra Señora de la Almudena y se apropiaron de las haciendas de Huancaro y Sillque, ordenando a la vez la extracción de medicamentos y equipos del hospital bethlemita.
Aún luego de la rebelión en la que perdimos, los religiosos tuvieron que soportar los estragos de la batalla en la continuación de su equilibrio económico luego de la crisis sufrida.

Entrega del convento-hospital a la Orden San Juan de Dios

Fue el virrey José de la Serna quien decidió entregar el convento hospital de los bethlemitas a la orden San Juan de Dios en 1823, con todos sus lienzos, restos de la antigua botica, enfermería, sala de cirugía y demás bienes. Años más tarde, destinaron parte de los bienes para el financiamiento del ejército patriota para la consecución de nuestra independencia.
Ya para 1825, Simón Bolívar destinó el remanente de las rentas bethlemitas para el recién fundado colegio de Ciencias y Artes. Con los terrenos aledaños al convento bethlemita, se inauguraría el campo santo del cementerio de Almudena el 1 de noviembre de 1850.
Por mucho que los bethlemitas se dedicaron a la misión del cuidado de la salud de los pobres, siempre constituyeron en el fondo un instrumento en favor de los colonizadores y funcionarios españoles, aun así su contribución social a nuestra ciudad fue muy importante.

Bibliografía
ARC. Fondo documental del Colegio Ciencias.


Klaiber,  Jeffrey L. (1988). La iglesia en el Perú. Fondo Editorial PUCP. Lima, 1988. pp. 528.
Pereyra Nina Ana Isabel y Guzmán Villafuerte Vicente. Los bethlemitas en el Cusco (1698-1823). Tesis C.P. Historia - UNSAAC.
Vargas Ugarte, Rubén (1962). Historia de la iglesia en el Perú. Tomo V. Editorial Santa María. Burgos. pp. 244.

(*) Exposición realizada en el Templo de Nuestra Señora de la Almudena (Setiembre, 2017)

domingo, 19 de marzo de 2017

Características de la historia de la iglesia


CARACTERÍSTICAS DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA: ANTECEDENTES RELIGIOSOS EN EL PERÚ Y EL DESARROLLO DE LA IGLESIA COMO INSTITUCIÓN SOCIAL
Lic. Juan Fernando Vargas Béjar [1]
RESUMEN
El presente trabajo es una reflexión pública que tiene como propuesta el poder comprender que la iglesia en el Perú -como institución- tuvo necesariamente raíces autóctonas en el marco religioso, pero que tras la llegada de los españoles al Perú, no cumplió objetivos foráneos de subordinación sino más bien un proceso de amalgamiento que generó el establecimiento de una religión con características nuevas, motivo por el cual mantiene elementos originarios vigentes en la actualidad. Aun así, el proceso religioso colonial, delineó aquellos aspectos costumbristas que fueron definiendo posteriormente el entorno cultural en el Perú: un pensamiento católico europeo con ánima andina.

Palabras clave: Iglesia, Perú, religión, andino, institución, colonial.

ABSTRACT
The present work is a public reflection whose purpose is to understand that the church in Peru -as an institution- necessarily had indigenous roots in the religious context, but that after the arrival of the spanish people to Peru, it did not fulfill foreign objectives of subordination, but rather a process of amalgamation that generated the establishment of a religion with new characteristics, which is why it maintains original elements in force today. Even so, the colonial religious process outlined those customs that later defined the cultural environment in Peru: a european catholic thought with andean spirit.

Keywords: Church, Perú, religion, andean, institution, colonial.

INTRODUCCIÓN
Para hablar sobre la historia de la Iglesia en el Perú y haciendo referencia a la iglesia como institución, es indudable que ésta se inicia con la llegada de los españoles. Pero a la vez, es necesario también recordar el hecho de que la religión autóctona se desarrolló por medio de un cúmulo de creencias en divinidades que se relacionaban con la naturaleza, es decir que la naturaleza misma fue su aposento. De hecho, todos los conocimientos surgidos en América estaban vinculados con la religión para satisfacer sus necesidades, puesto que la actividad agrícola era la base de su economía. Europa no fue distinta en sus inicios a todas estas características, porque creían y honraban también a las fuerzas de la naturaleza (es decir, la idea del panteísmo, que no es una religión, sino una manera de concebir el mundo estuvo presente como paso en su desarrollo religioso).
La llegada de los españoles trajo consigo todos estos elementos en su fase más “productiva”, cargado indudablemente de estrategias de colonización, instaurándose la iglesia católica como sistema aliado de gobierno. Desde ahí, el Perú “nació” católico por encargo y se fue institucionalizando a través de sus diversas etapas, incluso después de haberse consolidado la república -más aún todavía- porque se desenvolvió al principio conforme a un esquema normativo constitucional.

DISCUSIÓN
Es pertinente recordar que antes de la llegada de los españoles, la religión en el Perú se da con un sentido económico, puesto que “con el correr de los años, la búsqueda espiritual de estos primeros grupos sedentarios, los lleva a la necesidad de interpretar los fenómenos naturales, lo que la naturaleza les da, y aun su propia existencia, transformando la vida de los habitantes, al introducir en su propia vida los antecedentes de lo que en el futuro serían complejas religiones”.[2] Es por ello que los centros religiosos sirvieron mucho en el control y desarrollo de grandes extensiones territoriales, asimilando un gran bagaje cultural y siendo totalmente dependientes de la religión en cada proceso. Este aspecto cobra sentido si se considera el esfuerzo que tuvieron que realizar en cada una de esas construcciones que se orientaban necesariamente hacia la agricultura. Pero aquellas divinidades andinas no solo brindaban prosperidad en cuanto a la debida productividad, sino que también traerían desastres; entonces, nadie en aquella época podía darse el lujo de ser ateo, porque su dependencia era total. Aun así, la religión no fue homogénea y se ceñía de acuerdo a las clases sociales, puesto que existían ciertos dioses que no se hacían populares y que “no llegaban a la intimidad del gran número y permanecían en un clima un tanto gélido, demasiado altos, con ciertos límites, quizás infranqueables a la inteligencia común. Por lo tanto, precisa distinguir entre lo que es una religión de la élite, de los sacerdotes, aristocracia o sabios, y otra que nace de la tierra, que está mezclada con la vida común del mayor número (…) De esta suerte, al estudiar la religión oficial de los incas, percibimos en ella un reflejo de lo que ocurrió en el orden político.”[3]
Si bien es cierto que todo ello cambiaría tras el arribo de los españoles, es importante saber la forma de vida europea y su predominancia religiosa; y para comprender las características de la iglesia en el Perú, será preciso comenzar el recuento cronológico en Europa, y particularmente en España, donde la conflictiva convivencia con judíos y la educación de futuros creyentes, hizo que al momento de llegar a América tuvieran que retocar sus instrumentos de evangelización, pero más resaltante será la actitud tomada frente a la religión andina, ya que su perspectiva se tornará entre lo analítico y lo descriptivo (aquello que se acomode mejor a la doctrina de colonización: arte, fe, cultura y colonización).
Para autores como Harry Boer, la iglesia cristiana nació en un mundo casi envejecido. Entonces, considerando a Roma como un posterior logro civilizatorio pero con hegemonía importante, se sabe que fue el más grande de los imperios que regía el mundo civilizado de esa época; aspecto que permite utilizar sus características para esbozar el estudio sobre la historia de la iglesia en Europa (el trasfondo judío de la iglesia, la influencia del pensamiento griego, y las distintas religiones que el cristianismo encontró a su alrededor)[4] Convendría hablar también del desarrollo de la sinagoga (lugar de oración de los judíos) o del sanedrín (cuerpo gobernante de los judíos en Palestina) o finalmente de la dispersión judía en el mundo antiguo (586 a.C.)
A partir de ese contexto, se hace pertinente entonces entender que la iglesia cristiana tiene sus raíces en la historia y la religión de Israel, puesto que Palestina era parte del Imperio Romano, por lo que la iglesia está relacionada profundamente con Israel, lo que hace pensar que la iglesia primitiva era totalmente judía, su Salvador era judío, y todo el Nuevo Testamento fue escrito, probablemente, por judíos.
Se tiene conocimiento que habría sido en Palestina (Israel), donde la iglesia del Nuevo Testamento apareció por primera vez en la historia, aunque no se tiene registro de la fecha exacta. Además, si se afirma que la iglesia comenzó en pentecostés, no se tomará en cuenta la vida y el ministerio de Jesús, pero si la iglesia comenzó con Él, se debe recordar el hecho de que todo lo concerniente con Jesús surgió de la vida del judaísmo. Es mejor, por lo tanto, decir que “la iglesia surgió de la vida y obra de su Señor y que se transformó en su testigo universal en pentecostés”.[5] Esto implica a la vez hacer un paréntesis para poder considerar el término iglesia, el cual procede del griego "ekklesia" que significa llamar o congregar a los de fuera y equivale al hebreo "kahlal" que se usaba para la congregación de Israel. [6]
La iglesia como institución es la reunión de fieles o creyentes que han recibido la fe y la salvación de sus almas para la eternidad. Por lo que, la relevancia del Cristianismo es que ha cambiado el desarrollo de la humanidad (espiritual y social), siendo una doctrina que ha influido “en la elaboración de los Derechos Humanos, en la abolición de la esclavitud, en la educación y sus estructuras universitarias, en el capitalismo y la democracia, en la revolución industrial y científica”.[7] Ahora, en los primeros siglos hubo persecución de cristianos que todavía representaban una pequeña minoría pero con una fe considerable y reforzada por elementos de convicción y conducta (inclusive el año 64 fueron culpados del incendio de Roma). Desde el año 303 el emperador Dioclesiano busca decapitar el movimiento cristiano y se prohibía cualquier reunión; lo que emperador quiere es regresar a Roma a su época más gloriosa, quiere que la religión tradicional florezca sin la amenaza cristiana, pero ocurre lo contrario y pronto el Estado romano y la administración cristiana serán uno solo.
Mucho antes de la caída del imperio romano, se tiene registro del Edicto de Galerio (311), donde se concedía a los cristianos libertad religiosa, aunque ello no aportaría seguridad jurídica a la iglesia, por lo que  “el estatuto de tolerancia de Galerio encerraba por tanto singular valor” [8], considerando la situación política de aquel entonces y las diversas implicancias posteriores.
Es entonces que el cristianismo prosperaría ya en el siglo IV a partir del Edicto de Milán (emitido por Constantino I y Licinio), documento mediante el cual se toleraba oficialmente la existencia del cristianismo. Estando Teodosio “el Grande” (378), el cristianismo fue declarado como la religión oficial del Imperio Romano y una vez en el poder, los líderes cristianos utilizaron su influencia para desterrar las prácticas religiosas paganas, por lo que se cree que el cristianismo había triunfado. La iglesia se volvió eficiente y centralizada, logrando solucionar los difíciles problemas y la fuerza del Estado se aseguraba que las decisiones tomadas se impusieran universalmente, puesto que antes de Constantino la iglesia era una suma de comunidades unidas débilmente. El imperio romano se hizo cristiano; pero, en su disciplina y en su habilidad de traspasar fronteras el cristianismo a su vez se hizo más romano. Aun así, Constantino no convierte al cristianismo en la religión del Estado, pero sí inicia un desarrollo que seguirá siglos después, puesto que ya alcanza esferas de gobierno… ahora, ser cristiano era una ventaja. Es por este entender que el cristianismo, le debe mucho a la Roma pagana.
Ya muchos siglos después, sabemos en “la cantidad de herejías en que caería la estructura humana de las iglesias debido a la interpretación humana de las doctrinas, a las tradiciones, y a la autoridad y gobierno, y que desde la Reforma Protestante (siglo XVI), los que tienen ojos para ver pueden depurar en su fe, porque aunque algunos pequeños grupos de Cristianos mantendrían la sana doctrina original, resulta casi imposible seguir la pista en la historia”.[9]
Para este tiempo, la intromisión católica en América fue un hecho ineludible por todo lo que compete a su bien diseñada estructura, y el Perú no estuvo ajeno a ese ostentoso poder. Ayudó entonces a su eficiente organización las anteladas reuniones conocidas como concilios, aunque siempre con algunos inconvenientes de poder porque “durante el feudalismo en el viejo continente, los señores asumieron las facultades para la designación de los obispos, así como otros altos cargos eclesiásticos. En esta época tuvo lugar el conocido como conflicto de las investiduras”.[10] Inconvenientes que debieron afrontar hasta consolidar un poder más efectivo, considerando que luego tendrían en América una oportunidad de gobierno, después de ser encaminados por presión a buscar una nueva ruta comercial al ser tomada Constantinopla.
Esto indica que América sería una experiencia de colonización sumamente nueva, al que tendrían necesariamente que ir afinando constantemente maniobras de dominio, por lo que “la experiencia infantil que se tiene de la iglesia permanece a veces como una imagen cristalizada de un universo oculto y misterioso al que es más fácil criticar que comprender”.[11] Es por eso que el poder que ostenta la Iglesia, legitima la invasión en América y lo continuará haciendo hasta ahora, pero tomando en cuenta que su rol en espacio y tiempo es diferente al de Europa; es así que, la religión “ya no cumpliría el mismo papel, porque la tendencia era a la desaparición, y a que su papel fuera asumido por otras esferas institucionales”[12] debido ello a las circunstancias sociales cambiantes y a un tipo de vida distinto que se va caracterizando más por las diferentes apariciones de otras religiones, motor aparte para futuras investigaciones.

CONCLUSIONES
De acuerdo a la propuesta del trabajo, concluyo en que es necesario analizar que muchas de las evidencias y perspectivas sobre la historia de la iglesia en el Perú comienzan con la llegada de los españoles (por su característica institucional diferente al proceder de la religión andina) y no llega a abarcar la ideología precedente o quizás a las religiones misteriosas, sin considerar además a las otras tantas que se establecieron en el Perú y que todavía tienen vigencia e importancia. Empero, la que llegó a América antes que las otras fue la católica, y ahí se suscita la importancia y la atención.
El arribo de los españoles implicó un cambio notorio en la forma de vida, es decir, no solo religiosa, sino también en los demás aspectos que van a definir su consecuente vida a lo largo del periodo colonial como republicano. Pero, la religión autóctona tiene una fortaleza que le permitió sobrevivir y es precisamente por ello, que la religión europea no la pudo dominar por completo, siendo el resultante una religión combinada, que se hace presente tanto en costumbres como tradiciones.

BIBLIOGRAFÍA
-    BOER Harry R.  Historia de la Iglesia primitiva (AD. 1-787). Una visión clara y precisa sobre los orígenes y formación de la Iglesia Cristiana. Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos. Edit. UNILIT. Miami, 2001. pp. 162.
-      FAVALE, Roque Daniel. El imperio inca. http://www.edhistorica.com/pdfs/5_incas.pdf
-   HIERREZUELO COND Guillermo. “Orlandis, José, Historia de las instituciones de la Iglesia católica. Cuestiones fundamentales”. En: Revista de Estudios Histórico-Jurídicos N° 26. Valparaíso, 2004. http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-54552004002600049
-      ORLANDIS ROVIRA, José. La Iglesia en el imperio romano-cristiano. Primeros cristianos. Palma de Mallorca, 2004. http://www.primeroscristianos.com/index.php/expansion/ item/303-la-iglesia-en-el-imperio-romano-cristiano/303-la-iglesia-en-el-imperio-romano-cristiano
-      PADILLA, Carlos. Origen de las doctrinas y del gobierno de la iglesia y la última iglesia de Jesucristo. Madrid, 2007. http://www.jesucristo.net/HistoriaIglesia.htm.
-      VALCÁRCEL, Luis E. Etnohistoria del Perú Antiguo. Historia del Perú (Incas). Edit. Fondo de Cultura Económica. Sección de obras de Historia. Segunda Edición. Lima, 2012. pp. 321.





[1] Docente Contratado del Departamento Académico de Historia - UNSAAC, semestre 2016-II.
[2] FAVALE, Roque Daniel. El imperio inca. http://www.edhistorica.com/pdfs/5_incas.pdf (Consultado el 7 de enero de 2017)
[3] VALCÁRCEL, Luis E. Etnohistoria del Perú Antiguo. Historia del Perú (Incas). Edit. Fondo de Cultura Económica. Sección de obras de Historia. Segunda Edición. Lima, 2012. p. 197-198.
[4] BOER Harry R.  Historia de la Iglesia primitiva (AD. 1-787). Una visión clara y precisa sobre los orígenes y formación de la Iglesia Cristiana. Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos. Edit. UNILIT. Miami, 2001. p. 1.
[5] Ibíd. p. 10.
[6] PADILLA, Carlos. Origen de las doctrinas y del gobierno de la iglesia y la última iglesia de Jesucristo. Madrid, 2007. http://www.jesucristo.net/HistoriaIglesia.htm (Consultado el 6 de enero de 2017)
[7] Ídem.
[8] ORLANDIS ROVIRA, José. La Iglesia en el imperio romano-cristiano. Primeros cristianos. Palma de Mallorca, 2004. http://www.primeroscristianos.com/index.php/expansion/item/303-la-iglesia-en-el-imperio-romano-cristiano/303-la-iglesia-en-el-imperio-romano-cristiano (Consultado el 1 de enero de 2017).
[9] PADILLA, Carlos. ídem.
[10] HIERREZUELO COND, Guillermo. “Orlandis, José, Historia de las instituciones de la Iglesia católica. Cuestiones fundamentales”. En: Revista de Estudios Histórico-Jurídicos N° 26. Valparaíso, 2004. http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-54552004002600049 (Consultado el 31 de diciembre de 2016)
[11] ROMERO, Catalina. Iglesia y sociedad en el Perú: Mirando hacia el Siglo XXI. En: El Perú frente al siglo XX. Fondo editorial de la PUCP. Lima, 1995. p. 379.
[12] Ibíd. p. 383.

viernes, 3 de julio de 2015

Opiniones (C.P: Educación-UNSAAC): Influencia de las redes sociales en el proceso educativo

Desarrollar propuestas individuales sobre:
"La influencia de las redes sociales en el proceso educativo".
Es importante que indiquen la fuente de consulta.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Sociedad y economía en el siglo XVIII: La Real Junta de Temporalidades

Antecedentes: La Orden Jesuita en el Perú
La Compañía de Jesús fue la última de las órdenes religiosas llegada al territorio del virreinato peruano (1568). Esta marcha al Perú se sitúa a menos de cuatro años de finalizar el Concilio de Trento, que había impulsado con nuevo vigor la reforma de la Iglesia y que pedía una mejor transmisión de la doctrina al pueblo cristiano y una renovación moral de los fieles, apoyada sobre la gracia sacramental; esa labor debería correr a cargo de los obispos diocesanos y del clero secular que debían tener una óptima calidad doctrinal y espiritual.
Se establecieron entonces y comenzaron su labor en estas tierras, mostrando desde el principio un espíritu constructor, llegando a acumular inmensos bienes por medio de sus benefactores, no sólo en templos, conventos y colegios, sino en importantes haciendas, ingenios y obrajes, con los que podían alcanzar un nutrido tráfico comercial.
La “lógica” de la administración jesuita se ejerció como sustento de la Orden e instituciones dependientes (colegios y las misiones) gracias a la articulación exitosa de las haciendas con las industrias rurales tales como los ingenios y los obrajes (localizadas en el interior).
Dentro de la función que desarrollaban los jesuitas, ellos debieron atender a dos trabajos simultáneamente. Por una parte, se preocuparon de atender las necesidades educacionales y misioneras que demandaba su labor institucional y, por otra, de adquirir bienes raíces rurales, hacerlos productivos e incrementarlos. Para concretar este último aspecto diseñaron un sistema administrativo que no sólo les permitió mantener sus bienes materiales, sino que además, podían acrecentarlos a través de una gestión empresarial.
La más importante característica de esta gestión religiosa es que ocuparon el territorio y se expandieron sobre él para usarlo de acuerdo a la capacidad de uso de la tierra y de cada ecosistema, marcando de esta manera una racionalidad empresarial (gestión económica) y una racionalidad feudal (gestión política).
Para este propósito, la Compañía había descentralizado las responsabilidades, dividiendo formalmente su economía en varias administraciones correspondientes a los diversos colegios, cada uno de éstos en algún momento podría atender a los negocios de sus propias fincas y haciendas.



La hacienda jesuita entonces, tenía como base de su organización la capacidad individual y la habilidad del trabajo en grupo (como política económica) que se rompieron tras su expulsión. La inminente organización posterior pretendió crear un modelo sustituto basado en la designación de administradores civiles nombrados por una Real Orden, sujetos a cambio de acuerdo a su desempeño y a la producción de la hacienda, según se señala en los documentos de las distintas haciendas revisadas en la sección de Temporalidades del Archivo Regional del Cusco.

La Real Junta de Temporalidades
Fue una entidad encargada de la administración y remate de los bienes confiscados a los miembros de la Orden de la Compañía de Jesús, tras su expulsión del Virreinato del Perú. Este organismo funcionaba bajo la vigilancia del Virrey, quien designaba a un Superintendente y Director General en Lima, donde quedaba la oficina central, pero que tenía un radio de acción a nivel nacional (Arequipa, Cusco, Huamanga, Ica y Trujillo, que dependían de la Junta de Lima), la cual llevaba una administración y contabilidad, que no se confundía con la de la Hacienda Real. Pero, no solamente debía velar por aquello, sino que tenía la tarea de tratar de continuar con la misma cadencia posible, a efectos de administración y política jesuita, ulterior a dicha etapa de expulsión. Por un lado estaban las haciendas, con todo lo que implicaba su mantenimiento y producción, y por el otro estaba la labor educativa que los jesuitas ya habían dedicado a lo largo de su historia con gran parte de sus esfuerzos y medios apostólicos.
Teniendo en cuenta el conjunto de bienes económicos que conformaba el patrimonio de los jesuitas, se organizó este sistema de administración de temporalidades que, por un determinado período, se encargarían directamente de la venta de las haciendas y estancias ocupadas, con el sistema crediticio y el movimiento contable de los compromisos de pago a contraer.
Los primeros inventarios practicados permitieron conocer en cierta medida el total de las temporalidades existentes en la ciudad de Cusco; empero, al mismo tiempo, plantearon un problema administrativo a decidir qué hacer con ellos mientras se disponía un proyecto para su destino final.
Bajo el sistema de venta de propiedades, la Junta de Temporalidades enajenó casi todos los inmuebles jesuitas. Luego ya se realizaron esporádicos remates de tal forma que, pasado el siglo XIX, todavía quedaban algunas propiedades. El comportamiento de pago de los compradores de haciendas, casi por lo general, fue irregular.
La Junta tuvo que tener acceso a la documentación administrativa y contable utilizada por los jesuitas, sirviéndoles de guía o como fuente de información de todo el manejo que se realizaba, así como también para prevenir una administración futura propia (de no sucederse la subasta que era prioridad de acuerdo a su objetivo designado), porque mientras se produjesen las subastas, tendrían que ver la manera de no paralizar su funcionamiento, acción que ya la conocerían en el camino de su labor, puesto que no era posible que se diesen todas las subastas al mismo tiempo.
El patrimonio jesuita estuvo conformado por terrenos, haciendas, colegios, bienes muebles e inmuebles, joyas, y demás. En cuanto al templo de la Compañía de Jesús, se evidencia una carta remitida al Juez Ejecutor para que se respetara tanto el inmueble como todo lo que poseyera, pidiendo “se remitan a los Reynos de España, las alhajas y la plata labrada secuestrada a dichos regularess provehia en su consciencia en 7 del mismo mes […] Diligencia: en la ciudad de los Reyes del Perú, en siete días del mes de Agosto de mil setecientos sesenta y nueve años en cumplimiento de lo mandado por el Excelentisimo Señor Virrey de estos reynos en el Decreto que precede proveido en este día: concurrieron a la Iglesia de la que fue casa profesa de los regulares expatriados con Don Cristóbal Francisco Rodríguez Director General de Temporalidades” [1]. Aúnan a dicho pedido, un acuerdo realizado con el Arzobispo de Lima, donde deban “separarse las pertenecientes al Culto divino para no remitirse con los demás que no son de esta especie: las Custodias, cálices, Patenas, copones y vasos sagrados; quatro candeleros del Altar maior de cada Iglesia, los atriles sacros, vinagreras, incensarios y Navetas, Coronas de las Ymagenes y sus insinios [sic], las piezas que tengan reliquias sagradas y Depositos del Santísimo Sacramento y que se remitiesen todas las demás Alaxas de la Iglesia que contase de este inventario a que se procedió […] [2], proceder que implicaba el cuidado que se debía tener sobre el secuestro.
De la misma forma, se dispuso también la recolección de los archivos y bibliotecas poseídos por ellos. El método y orden desplegados por aquellas Juntas en el manejo de tales asuntos, debió ser apremiable; hoy puede evidenciarse tal acierto en los papeles del Archivo General de la Nación, realizando una investigación pormenorizada que también incluye los archivos de España.
Se realizó entonces un inventario que involucra haciendas, fincas o estancias (Pichiuchuro, Calera, Vilcar, Vicho, Guaraypata, Camara, Ahuacollay, Huerta de Pisac, Titiri y Llallagua, Piccho), almacenes de productos de cañaverales (Pachachaca, Santa Ana, Mollemolle), detalles de deudas ejercidas de los saldos restantes de los jesuitas, balances de cuentas sobre cada uno de los depositarios, cuentas sucedidas por cada persona en un determinado lugar de origen (haciendas, Noviciados), recaudaciones de arrendamientos, alquileres de tiendas, entre otros, los cuales se encuentran registrados en los diferentes Libros de Cuentas. Así también se detallan las diversas deudas que se encuentran por cobrar a favor de la Junta, cobranzas hechas de varios censos impuestos a favor de las Cofradías y Patronatos. Y, en los Libros de Gastos Extraordinarios: pagos a los guardias, pagos de pensiones en los obrajes, pagos a Escribanos, gastos por remisión de plata labrada, remisión de ropa y productos, gastos en infraestructura, gastos en las diligencias actuadas para las subastas, pagos a los acreedores, salarios a los empleados de la Real Junta (Superintendencia), pagos a varias obras pías impuestas en las fincas de las Temporalidades, entre otros. Cada uno de ellos se cita y se remiten en la Real Junta de Temporalidades del Cusco. De la misma forma, en el Libro de “Cuenta General”, se consta una secuencia similar del inventario de Entradas, Cargos, Salidas, Ventas, Piezas, Valores, Remisiones, Productos, Venta de Haciendas [3]
Los remates de las haciendas también tendrán sus particularidades, puesto que casi todos los compradores que se adjudicaron los remates no cumplieron regularmente con sus pagos en los plazos estipulados en las actas de remate, no habiendo estado cancelados la mayor parte hasta 15 años después de la expulsión, debido a la existencia de créditos que hacía más elástico el proceso. Si este fue el comportamiento típico de los compradores, esta actitud de deudor moroso frente a los pagos convenidos se puede relacionar directamente con la rentabilidad posible que esperarían alcanzar.
El costo asumido fue relacionado con la posición social de los compradores. La posesión de tierras, por sí sola, confería prestigio y un alto grado de privilegios sociales. Al mismo tiempo, la tenencia de vastas tierras, llámense haciendas o estancias, significaba alcanzar posiciones de poder económico y de presión política, por lo que era preciso, para quien quisiera alcanzar esas categorías de poder dentro de la sociedad colonial, contar con tierras productivas y rentables. Desde luego, las haciendas y estancias que habían poseído los jesuitas reunían los requisitos señalados.
Entonces se puede decir que existía la posibilidad de solventar las deudas contraídas sin mayores problemas, pero, no tomaron en cuenta que los jesuitas trabajaban sus haciendas con un sistema económico-administrativo, racional y práctico, con características próximas a una empresa económica agrícola precapitalista; sistema que ningún hacendado privado estaba en condiciones de aplicar por cuanto este sistema limitaba sus auges de lucro.
No obstante, para las pretensiones y expectativas, el sistema de comprar a crédito estas haciendas no fue una buena inversión o un buen negocio en términos económicos. [4]
Se debe tener en cuenta que, mientras se subastaban las haciendas, la Junta de Temporalidades debía administrar las haciendas que podía, utilizando el mismo sistema contable que antaño y siguiendo la misma atención del inventario; labor de lo más complicada, considerando la dinámica productiva jesuita y la nobel función que la Junta emprendía, teniendo que atravesar y sobrellevar diversas dificultades en el camino. Una de ellas fue que no podían cumplir muchas veces con su cometido, debido a las muy largas distancias que existía una de otra finca y a la avanzada edad de los funcionarios que no les permitía desenvolverse con mucha eficacia. Es entonces que se sugiere que sean los mismos administradores y trabajadores que radican en cada una de las haciendas, que sean los encargados de proporcionar sus debidos precios de tasación, obteniendo para ello una relación de títulos en que se mencionan dichos terrenos, teniendo en cuenta a la vez una notoria baja de precios en las subastas.
Tanto las Instrucciones, Cartillas y Visitas realizadas por la administración de Temporalidades, ayudará de manera significativa para descubrir aquellos aspectos de la eficiente economía jesuita en sus diferentes casos, estudiando su gestión empresarial y régimen interno de las haciendas.
Si bien, la Junta de Temporalidades mantuvo la gran propiedad y la gestión de la hacienda, amplió también el número de tierras dadas en alquiler, demostrando con ello que la capacidad empresarial de los jesuitas no pudo ser asimilada. Detalles de este tipo de administración durante el periodo de la Junta también lo comenta Alejandro del Río Barboza, en un estudio acerca de la hacienda de Ninabamba en Ayacucho, realizada como trabajo de tesis en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga. [5]
Este complejo y refinado sistema jesuita fue respetado después del secuestro por la administración secular de Temporalidades, al punto que se dio orden expresa para que los encargados de las haciendas confiscadas siguieran este método anteladamente adoptado por los jesuitas, sin atreverse a modificarlo sin previa consulta y autorización de los empleados superiores. Este criterio valió no solamente para el aspecto formal de la vigilancia, sino también para todo el manejo de la hacienda. Es por eso que el virrey Amat, por Orden dada en Lima el 16 de octubre de 1767, establecía que se interrogara a cada uno de los hermanos jesuitas antes de que salieran expulsados, para formar con aquellas preguntas y respuestas una Cartilla donde perduraría en ella una regla segura en lo sucesivo para su fomento: lugares, remesas y demás circunstancias.
De la continuidad entre la administración jesuita y la de temporalidades se observa que, la Visita no hizo más que seguir con un patrón previamente establecido. Estas Visitas de haciendas fueron también, después de 1767, uno de los métodos de vigilancia empleados por la burocracia oficial, aunque esta vez con marcado acento fiscalizador y judicial, con todo aparato y costo. Al principio se comisionó a los Corregidores, pero éste pocas veces era un hombre muy bien enterado de las cuestiones agrícolas y se entrometía en la administración de la hacienda con un celo indiscreto y hasta a veces peligroso, esto por falta de costumbre y por no advertir el error de su cargo. Normalmente el Visitador se limitaba a expresar sus opiniones y el resultado de su observación; pero cuando se sospechaba de malversaciones, la Visita podía convertirse en una suerte de instrucción -por encargo expreso- con pliego de preguntas y declaraciones juradas de testigos incluso.
Finalmente, la Junta de Temporalidades fue suprimida en 1821, los bienes de los jesuitas pasaron a poder del Estado, quien en los momentos de necesidad pública, dispuso de la venta o “del obsequio” de la mayor parte de ellos. Al interior de las haciendas el drama fue clamoroso y finalmente, estas enormes haciendas fueron vendidas por debajo de su precio real. En estas complicadas ventas con juicios de por medio, las cuentas no quedan muchas veces claras.
Ese fue el fin de las Temporalidades, muchos de los bienes pasaron a manos de personas e instituciones particulares. Realmente, es ya en 1825 que se puede decir que ya no existe ni un rezago de esta Institución.

CONCLUSIONES
Los jesuitas supieron abordar y combinar el sistema feudal con el capitalismo, porque la hacienda como producto colonial era una entidad que hacia fuera se vinculaba en un circuito monetario y hacia adentro existía una economía no monetaria. Este doble juego se explicaría como una negociación pre-capitalista hacia fuera y una organización social semifeudal hacia dentro.

Debido a la función que desarrolló la Real Junta de Temporalidades, como el tipo de administración, reacción social frente a las actitudes que tomaron, influencia de esa actividad y de su ideología en aquella época, el contexto económico, inventarios y propiedades, cambios en la sociedad, etc., se tiene en cuenta el enorme aporte tecnológico y eficaz del manejo de haciendas y demás actividades anexas que se realizaron en ellas, demostrando así el enorme vacío luego de su expulsión, no habiendo mejor administración que la realizada por los jesuitas.

La administración hecha por la Real Junta de Temporalidades cumplió su labor efectiva en cuanto le daba su capacidad de gestión en base a remates y posterior recaudo monetario dirigido hacia la sede central en Lima. El proceso de administración realizada en cada hacienda terminó muchas veces endeudando a sus nuevos propietarios, quienes luego de haber transitado por una gestión importante y productiva no optaron por un mejor dinamismo al cual la Real Junta no tuvo mayor injerencia, ya que estuvieron más preocupados por la mejor labor institucional que productiva de cada hacienda enajenada. Muchos dueños inclusive instaron el retorno de los jesuitas, comparando el momento hacendario que les tocaba vivir.



[1]  ARC. Fondo Documental: Asuntos Eclesiásticos. Junta de Temporalidades. (1747-1845). Legajo Nº 89. S/F.
[2]  ARC. Fondo Documental: Asuntos Eclesiásticos. Junta de Temporalidades. (1747-1845). Legajo Nº 89. S/F.
[3]   ARC. Fondo del Archivo del Colegio Nacional de Ciencias y Artes. Legajo Nº 54. Años: 1763-1774. Libro Nº 1 “Libro de Cobranzas de los Arrendamientos de las Haziendas  que fueron de los regulares expatriados de esta Ciudad”
[4]  Sin embargo, un informe de la Junta de Temporalidades del Cusco, pone de manifiesto la dificultad de encontrar interesados por las propiedades. En el caso general de haciendas fue constante la falta de liquidez, por lo que la Junta de Temporalidades tuvo que hacer gestiones para recuperar un grupo de haciendas que fueron vueltas a rematar o que fueron transferidas porque sus compradores incumplieron el esquema de pagos: “La primera acción fue la de nombrar interventor, y tratar de solucionar el problema. Si no daba resultado se confiscaba la propiedad y se volvía a rematar. Muchos de los compradores traspasaban la propiedad antes de que ésta fuera confiscada […] siendo los nuevos compradores los responsables de las deudas”. ALJOVÍN DE LOSADA, Cristóbal. (1990). “Los compradores de temporalidades a fines de la Colonia”. Lima. En: Revista Histórica. Pontificia Universidad Católica del Perú. Vol. XIV. Nº 2. Pág. 208.
[5]   DEL RÍO BARZOZA, Alejandro. (1985). “NInabamba, una hacienda jesuita huamanguina en el siglo XVIII”. (Tesis de Licenciatura en Historia). Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga. Ayacucho.