Su carácter excluyente y la “conciencia turbia de la independencia”
Con la celebración
del sesquicentenario de la independencia peruana en 1971, se iniciaron las
publicaciones de numerosos textos sobre este proceso histórico. La mayoría de
los libros iban a repetir las mismas tesis ya enunciadas por la historiografía
oficial. Incluso el gobierno militar de turno, nombró una comisión especial
para recopilar y publicar una inmensa colección documental sobre la
emancipación. El resultado final fue más de cien volúmenes de documentos
impresos, todos con una definida visión nacionalista.
Es en esa coyuntura
que, el Instituto de Estudios Peruanos, editó "La independencia en el
Perú, las palabras y los hechos" de Heraclio Bonilla y Karen Spalding. La
finalidad: poner al descubierto lo que la historia oficial con tanto ahínco
quería ocultar; que la "independencia fue concedida más que
obtenida". Aquella afirmación causaría revuelo en el ambiente nacional y
es a partir de aquel instante que la polémica se mantendrá hasta nuestros días.
Recordemos, que el debate marcó la confrontación de dos maneras de comprender e
interpretar la época de la independencia, "una suerte de combate: historia
contra historia".
El Perú era el
centro de la dominación española del sur, probablemente esto retrasó la
construcción de una élite nacionalizadora, esa es nuestra primera
particularidad, porque pasamos de un medioevo a la construcción de la
república. Esto hizo que los grupos sociales no estuvieran maduros.
La independencia
del Perú y Sudamérica fue posible gracias a la crisis del Estado metropolitano,
porque la invasión francesa a la península en 1808, motivó que el imperio
español estuviera más preocupado en lograr su propia liberación, que en
dedicarse a resolver los problemas de sus colonias en América. Entonces, si
preguntamos por el inicio de la emancipación, el año de 1808 es el establecido.
La emancipación como proceso, no
es solamente una independencia política sino "es un tránsito, un cambio,
una transformación". Por eso, la historia no oficial sustenta la tesis de
una ruptura política, mas no económica ni social.
En lo político, la
metrópoli española dejó de tener injerencia en el Perú puesto que los virreyes
desaparecieron. El mando del Estado quedó a cargo de los ciudadanos peruanos.
No obstante, aclaremos, que fue un grupo reducido quienes se convirtieron en la
clase social dominante. De ahí que la independencia se considere eminentemente
criolla.
En el aspecto
económico, pasamos del dominio colonial español a la supremacía comercial inglesa;
subordinados exclusivamente a la nueva potencia del mundo.
Socialmente siguió
existiendo una sociedad heterogénea con un gran abismo social. Aquello se
demostró con la exclusión de los indígenas, como seres inútiles e incapaces que
no podían manejar los destinos del país.
En suma, la
independencia "no significó la quiebra del ordenamiento económico y social
de carácter colonial”, más aún, la clase dominante no deseaba la separación
definitiva de España, sólo buscaba reformas dentro del mismo sistema colonial,
por eso la élite prefería la seguridad que el cambio y, no estaba preparada
para poner en peligro su predominio social por amor a la independencia, así que
no luchó por la independencia, sino que se conformó y se acomodó a las
circunstancias del tiempo.
La nobleza limeña
apoyó a San Martín debido a que buscaba mantener sus privilegios frente a las
castas, los indígenas y a los negros, sean esclavos o libertos.
Otro punto es la
participación de la élite chilena y argentina en nuestro proceso de
independencia, ambas actuaron, obviamente tomando su propio beneficio como
objetivo. Básicamente la expedición de San Martín fue financiada por la
burguesía chilena que aspiraba a seguir controlando el monopolio de trigo por
azúcar que mantenía con el norte peruano, mientras que los argentinos aspiraban
a consolidar su independencia. Debemos de recordar que los hechos se dan porque
existen entes que los promueven; nada se hace sólo por cariño, afecto o un
ideal, el beneficio de una acción es la que lleva a realizarla.
El Perú de 1821 no
era el nuestro, puesto que nuestra independencia fue traída desde afuera en
circunstancias que el Perú se encontraba todavía en manos de los españoles, representando
un consecuente riesgo a las recientes independencias del resto de América. la
proclama de independencia se dio sin la integración de todo el Perú, porque
hasta 1824 todavía permanecía en el Cusco el virrey José de la Serna,
tornándose el acto de independencia más en un signo de círculo aristócrata y
criollo, que peruano en general.
Sin restarle
importancia a lo sucedido en 1821, el movimiento rebelde cusqueño de 1814 fue
un estallido mucho más integrador (3 de agosto de 1814), porque participaron en
su mayoría indígenas, en una propuesta por establecer una Junta de Gobierno
Autónoma en Cusco (en oposición a la Audiencia de Cusco), liderado por los ilustres
y notables cusqueños los Hermanos José, Vicente y Mariano Angulo, abogados de profesión, egresados de
la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco. A la fecha son 200 años
de conmemoración a este importante acontecimiento, que finalmente terminó en la
batalla de Umachiri con triunfo realista, pero queda plasmada y grabada en la
memoria histórica como un verdadero logro integrador peruano. Por estas razones,
nuestro Bicentenario debe ser más memorable en estas fechas, en homenaje a este
Gran Movimiento Cusqueño de 1814.